sábado, 31 de marzo de 2018

ansiedad disparada


He de admitir que no me encuentro bien. 
En las últimas semanas tengo la ansiedad disparada. 
Cualquier situación consigue ponerme muy nerviosa y a la defensiva. 
Son muchos los frentes que llevo abiertos y, a veces, 
creo que todo va a acabar superándome. 

Con el curso voy bien aunque ha habido momentos
 en los que no sabia dónde meterme. 
¡Qué vergüenza he pasado! 
Sin embargo, he conseguido superarme y afrontarlo 
y, esos momentos embarazosos, han acabado siendo anécdotas
 junto a mis compañeros, los cuales adoro. 

Voy teniendo algo de trabajo, aunque es complicado,
todos los inicios lo son. 
Apenas estoy en el primer nivel y me pueden las ansias, 
tanto de conocimientos como de trabajar. 
Quisiera que todo fuera más rápido pero las cosas son así 
y he de pisar el freno e intentar relajarme, 
seguir por ésta senda y los resultado ya llegarán.
Claro que todo sería más sencillo si consiguiera mayor apoyo, 
pues no me lo están poniendo fácil, 
aunque a esto estoy ya acostumbrada, 
hay cierta tirantez y la situación con mi madre cada vez me cuesta más sostenerla;
siempre viene bien que aquellos que quieres y te rodean confíen en ti 
y te apoyen en vez de echarte más piedras encima.
 No me siento muy arropada, sé que no confían en mi, 
ni lo han hecho anteriormente. 
A veces siento que me ahogo y odio todo lo que me rodea,
 incluso mi familia, 
y desearía salir corriendo,
desaparecer y que nadie vuelva a saber de mi. 
Sin embargo, aquí sigo.
Con el ánimo por los suelos y sin apenas ganas de hacer nada.
 
Casi no estoy yendo al gym.
Me siento cansada y me aburre; 
no me apetece subirme a la cinta y ponerme a andar.
Termino mareada, sin energía.
 Por no mencionar que siento molestias, desde hace un tiempo,
 en la parte posterior de la pierna izquierda.
 Intento no dejar de ir pero me está costando tanto... 
Me genera ansiedad en ocasiones, pero es que no ir, también.

 Si me quedo en casa es peor. 
La ansiedad sube de forma considerable hasta no poder controlarla. 
Y a causa de ello he vuelto a tener compulsiones con la comida. 
Hacía mucho que esto no me ocurría y ahora me cuesta controlarlos. 
Necesito comer a todas horas aunque no tenga hambre 
( pues sé que no es un hambre real) 
y son cada vez más fuertes, 
tanto que he llegado a agredirme físicamente
  por intentar no llevarlas a cabo.

lunes, 26 de marzo de 2018

Gato Perdido / Abandonado



Hace unos días al llegar a casa,
me encontré en el portal a un vecino intentando echar a la calle
a un gato que se había colado en la escalera.
Al parecer, el minino, llevaba toda la mañana correteando de abajo arriba
 en busca de que alguien le abriera la puerta.
 Me resultó cómica la situación porque no paraba de seguirle a cada paso
sin hacer caso a lo que el vecino pretendía
y más aun cuando me di cuenta  que  a dicho vecino le daba miedo tocar al gato. 
Agobiado y desesperado, se fue y me pidió que lo echara de allí.
Me dio por reír, claro.
Así que fui a depositar en los escalones las cosas que llevaba
para poder espantarlo pensando que era callejero y,
 cuál fue mi sorpresa que apenas inclinarme un poco,
 este dio un salto y se me subió encima,
correteando hasta llegar a mi hombro ronroneando y pidiendo mimos.
Esta no suele ser una actitud normal en un gato que apenas te conoce
 lo cual me llevo a pensar que pudiera haberse escapado o perdido
de alguna casa cercana del barrio.
No llevaba collar, estaba herido y muy asustado.
Se me encogió el corazón, no podía echarlo a la calle y abandonarlo a su suerte,
era domestico eso se notaba.
Pero ¿qué hacer con él?
Yo no podía quedármelo.
A mi madre no le gustan los animales y nada más verlo me espetó:
 "¡No meterás eso en la casa!"
 Lo lleve al veterinario más cercano y solo conseguí que me confirmaran
lo que ya sospechaba, que no llevaba chip.
 Y no se podían hacer cargo de él.
 Me aconsejaron llamar a la policía, que ellos se harían cargo de recogerlo
y llevarlo a cierto refugio (de dudosa reputación), cuando me dijeron a cual,
sin pesarlo descarte esa opción.
 ¡Ni loca lo envío allí!
Así que me largué con él en brazos para intentar buscarle un destino mejor.
Recurrí a una amiga y entre las dos conseguimos un sitio
donde poder tenerlo unos días guarecido de las inclemencias del tiempo
proporcionándole cuidados, comida y todo lo que necesitara.
Ese mismo día me puse en contacto con otra gran amiga
que trabaja con animales y le pedí consejo.
 Se movilizó y puso en alerta a todos sus contactos
para ayudarme a encontrar a sus dueños y,
 en caso de no ser así, estar preparados para buscarle una casa de acogida o adopción.
Puse anuncios en todas mis redes sociales pidiendo difusión,
carteles por todo el barrio por si alguien lo estaba buscando.
Durante varios días recibí muchas llamadas de personas
que buscaban a sus mascotas perdidas pero ninguna coincidían con la descripción.
Me resultaba curioso y desesperante a la vez,
 porque me encontré un macho de apenas unos siete u ocho meses
 totalmente desnutrido, asustadizo y malherido que sólo quería un poco de cariño,
y en  esos días, todo el mundo buscaba hembras
tanto jóvenes como adultas y a nadie parecía importarle.
Pasé los días cuidando y jugando con él,
 dejando de lado casi todos las cosas que tenia que hacer.
Apenas estudié para un examen que tenia a los pocos días,
 ni aparecí por casa, solo lo justo;
hubo una persona que sí estaba interesada en quedárselo
 pero la distancia a veces es un obstáculo muy grande y no fue posible.
Aun así estoy muy agradecida a esta persona,
la ilusión que tenia y transmitía ayudó mucho, y me reactivó,
me dio fuerzas para seguir buscando y no terminar llevando al pequeño
a una protectora donde vete a saber cuál sería su suerte.
Y tras mucho buscar, preguntar y creer que ya no  me quedaba
tiempo ni opciones que no fuera una protectora, ocurrió.
Una persona me dijo que sí dejándome completamente fuera de juego,
no podía creer que hubiera aceptado y estuviera
dispuesta a hacerse cargo y quedarse con él.
Es alguien de confianza y estoy superfeliz de que el gato tenga un hogar.
Un sitio en el que crecer y vivir con una familia que lo acepta,
lo quiere y lo está cuidando.
Me mandan fotos de él y sé que está muy bien,
recuperado de sus heridas y la familia está encantada
por tenerlo con ellos.
No podría estar más feliz.

Durante estos días, pude constatar en primera persona
la cantidad de animales que se pierden o escapan,
y la angustia que pueden sentir sus dueños.
Algunos de ellos me consta que los han encontrado,
otros lo desconozco.
Es duro saber que esto pasa todos los días,
en cualquier momento.
Luchemos por ellos.
Cuidémoslos.
Pues no hay mayor amor, tan incondicional
como el que nos proporcionan esos pequeños
animalitos peludos tan lindos.
No los abandones.
Ellos no lo harían.

(Aslan)